Veceras
en el pueblo de Retuerto
Por Enrique Valdeón. Natural de Retuerto
El
sistema que organiza la vida ganadera de Retuerto se basa
en la vecera o turno de guarda. Lo más singular es
el de la vecera, de donde recibe el nombre, es que el dueño
de los animales guarda "cada vez" el rebaño,
según un turno establecido de acuerdo con la clase
de ganado y el número de cabezas de cada propietario,
como expondremos a continuación.

Las primeras en salir eran las vacas duendas,
que son las vacas de labranza, es decir, las utilizadas para
uncir el carro y tirar del arado. Cada vecino mandaba una
pareja por la que debía guardar un día cuando
le tocase. Salían con las primeras luces del sol, aunque
la hora de partida dependía según la mayor o
menor lejanía de los pastos. Antes del mediodía
regresaban a casa, volviendo a salir a los pastos hacia las
cuatro de la tarde para regresar de noche. El cuidado total
lo realizaban dos pastores que no llevaban comida pues retornaban
a casa para el mediodía. Normalmente se dirigían
a los pastos de Reyuengo, Corrapos y La Cota.

A continuación de las duendas salían las vacas
paridas o vacas que no se uncían. El nombre
de paridas no tiene que ver con el hecho de que estuviesen
o no preñadas, o de que hubiesen o no parido, puesto
que tanto las duendas como las paridas quedaban preñadas
y tenían algún jato. Por cada vaca era un día
de vecera, teniendo que ir dos pastores. Permanecían
en los lugares de pasto durante todo el día, viniendo
al atardecer y coincidiendo con las duendas. Los pastores,
por tanto, tenían que comer en el monte. La vestimenta
se adaptaba al tiempo y se acompañaban de un cayado
o palo largo de avellano, también llevaban en la zurrona
de cuero el chorizo, cecina, jamón, lomo, tortilla,
pan y vino. Al regresar del monte los hijos pequeños
de los pastores esperaban con impaciencia la llegada de sus
padres para comer lo que les había dado "la vieja
del monte", a veces traían alguna trucha o pezanca
que se comían con gran satisfacción. Por lo
general el lugar de los pastos eran los términos de
Mijana, Rofredo y Las Heras.
Otro tipo de veceras era La Cabaña,
la cual está formada por las novillas y añojas.
Por cada cabeza de la cabaña se tenía que ir
un día como pastor. Salían después de
las paridas y dormían en el monte, no volviendo hasta
el Domingo para darles sal, saliendo de nuevo el lunes de
mañana. Los pastores dormían en el chozo, que
se hacía de hacendera (trabajo comunitario) y era hecho
con llatas (larguero de madera),sin rodearlo de piedra. Durante
la primavera se iba hasta el chozo que estaba en el término
de Llomballao, cerca del puerto de Parme, y en el verano se
dirigían entre Busticel y Río la Colina, donde
se ubicaba el chozo de Collao Verde. Estos pastores dormían
en el chozo y llevaban su manta. Por la noche se les llevaba,
desde la propia casa, la cena a base de un plato caliente.
Normalmente eran patatas con arroz o sopas de ajo.
Otro tipo de vecera era la de los jatos (terneros),salían
desde un lugar determinado, Fuente de la Bolera, y por cada
jato se cuidaba un día, venían a sestear y salían
después de las duendas. El pastor no llevaba merienda
y se los conducía al LLanico de la Cruz o a La Cuesta
de la Canal.

Para la vecera de cabras iba un pastor el
cual estaba todo el día, por cada dos cabras se guardaba
un día, se salía desde la LLomba.
La vecera de ovejas salía a las ocho
desde la Fuente del Salido, permaneciendo todo el día
en LLomballao o Las Colladas. Esta tarea se encomendaba a
la gente más joven de la casa, los cuales se encontraban
a menudo con otros veceros procedentes de Lario, Polvoredo
y Oseja de Sajambre. Por cada cuatro ovejas se debía
guardar un día.
La vecera de chivos y corderos salía
después de las ovejas y se encaminaban hacia El Corón,
La Riega del Vallejo o El Canalón. Iban dos veceros
y por cada dos corderos se iba un día de guarda. Estos
pastores estaban todo el día, normalmente iban los
más pequeños de la casa, sirviéndoles
esta tarea de aprendizaje para otras veceras. Los corderos
pastaban entre hayedos, escobas y brezos, en la zona se encontraba
llena de bellotanos (fresas silvestres).
Otro tipo de vecera era el de yeguas que
ya desapareció hace más de cincuenta años.
Este tipo de regulación pastoril ya ha desaparecido,
la guarda de las vacas se hace individualmente por cada dueño,
dejándolas solas en el monte y en los propios prados
una vez segados.
Otro rasgo singular del pueblo de Retuerto, aunque lo comparte
con otros pueblos montañeses de León, es la
posesión en comunidad del toro semental.
El cual tenía destinada una cuadra, donde también
se albergaban el macho de las cabras y los carneros de las
ovejas. Para la alimentación del toro se segaban, apañaban
y recogían en la tenada (lugar donde se guarda la hierba
una vez recogida) del toril diez prados, dicho trabajo se
hacía en hacendera, bajo la dirección del presidente
de ganaderos del pueblo. Allá por los años 20
se llevó el toro a un concurso a Madrid, ganando el
primer premio. Este toro lo compraron Basilio Valdeón
y Onofre Andrés,y lo trajeron de la zona de Cervera
de Pisuerga.
Enrique Valdeón
Salamanca. Retuerto